En su encuentro anual ante el cuerpo diplomático, el sumo pontífice habló sobre la violencia en Brasilia, donde manifestantes bolsonaristas irrumpieron en los edificios de la Casa de Gobierno, el Congreso y la Corte Suprema.
El papa Francisco alertó por el «debilitamiento de la democracia» que se ve en «las crecientes polarizaciones» a nivel social y político, entre las que incluyó el reciente intento de golpe de Estado en Brasil.
En su tradicional saludo anual a los embajadores ante el Vaticano, el Papa hizo además una nueva condena al «reguero de muerte y destrucción» provocado por la guerra en Ucrania, a la que tomó de ejemplo para pedir una vez más una «reforma de los organismos» multilaterales.
«Es preocupante el debilitamiento, en muchas partes del mundo, de la democracia y de la posibilidad de libertad que esta consiente, aun con todos los límites de un sistema humano», lamentó el pontífice al dar este lunes su saludo de inicio de año al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede.
Para el Papa, «esto muchas veces lo pagan las mujeres y las minorías étnicas, así como los equilibrios de sociedades enteras donde el malestar conduce a tensiones sociales e incluso a conflictos armados».
«En muchas zonas, un signo de debilitamiento de la democracia está marcado por las crecientes polarizaciones políticas y sociales, que no ayudan a resolver los problemas urgentes de los ciudadanos», desarrolló luego Francisco al hablar ante representantes de los 183 Estados con los que la Santa Sede tiene relaciones.
Y explicitó: «Pienso en las numerosas crisis políticas en diversos países del continente americano, con su carga de tensiones y formas de violencia que agudizan los conflictos sociales. Pienso especialmente en lo que sucedió recientemente en Perú y en estas últimas horas en Brasil y a la preocupante situación en Haití».
En su discurso, en el que recordó la encíclica de Juan XXIII «Pacem in Terris» (Paz en la Tierra), Jorge Bergoglio insistió con su visión de una «tercera guerra mundial de un mundo globalizado» y repasó sus preocupaciones por varios conflictos abiertos a nivel global, como Siria, Medio Oriente o Yemen.
En ese marco, el Papa fue explícito en aseverar que «a pesar de los compromisos asumidos por todos los estados de respetar los derechos humanos y las libertades fundamentales de cada persona, todavía hoy, en muchos países, las mujeres son consideradas como ciudadanos de segunda clase».
Así, para el Papa, las mujeres «son objeto de violencia y de abusos, y se les niega la posibilidad de estudiar, de trabajar, de expresar sus propias capacidades, el acceso a los cuidados médicos e incluso a la comida».
«Sin embargo, allí donde los derechos humanos son plenamente reconocidos para todos, las mujeres pueden ofrecer una contribución propia e insustituible a la vida social y ser las primeras aliadas de la paz», contrastó, tras considerar «inaceptable que una parte de la población pueda ser excluida de la educación, como está ocurriendo con las mujeres afganas».
Según Francisco, en ese marco «la paz exige que ante todo se defienda la vida, un bien que hoy es puesto en peligro no sólo por los conflictos, el hambre y las enfermedades, sino demasiadas veces incluso desde el seno materno, afirmando un presunto derecho al aborto».
«Nadie puede arrogarse el derecho sobre la vida de otro ser humano, especialmente si este está desprotegido y por tanto privado de cualquier posibilidad de defensa», sostuvo el Papa.
Y señaló: «Hago, por tanto, un llamado a las conciencias de los hombres y las mujeres de buena voluntad, particularmente de cuantos tienen responsabilidades políticas, para que trabajen por tutelar los derechos de los más débiles y se erradique la cultura del descarte, que lamentablemente incluye también a los enfermos, las personas discapacitadas y los ancianos», reclamó luego, antes de pedir que se garantice «la asistencia a los ciudadanos en cada una de las etapas de la vida humana hasta la muerte natural».
Ante los embajadores, el Papa volvió además a reclamar la abolición de la pena de muerte al aseverar que su vigencia amenaza el derecho a la vida «como está ocurriendo estos días en Irán, después de las recientes manifestaciones que piden un mayor respeto por la dignidad de las mujeres».
«No podemos olvidar que, hasta el último momento, una persona puede convertirse y puede cambiar», enfatizó.
A lo largo de casi una hora de discurso, agregó además que «lamentablemente, la amenaza nuclear es evocada todavía hoy, arrojando al mundo en el miedo y la angustia», tras recordar la denominada «crisis de los misiles».
«Bajo la amenaza de las armas nucleares perdemos todos», advirtió.
Así, Francisco sostuvo además que «desde este punto de vista, despierta una preocupación particular el estancamiento de las negociaciones acerca del reinicio del Plan de Acción Integral Conjunto, más conocido como Acuerdo sobre el programa nuclear iraní».
«Deseo que se pueda llegar cuanto antes a una solución concreta para garantizar un futuro más seguro», convocó.
El Papa se refirió además de forma explícita a la guerra iniciada el 24 de febrero en Ucrania, que «con su reguero de muerte y destrucción» hizo «más evidente la crisis que desde hace tiempo afecta al sistema multilateral, que necesita un replanteamiento profundo para poder responder adecuadamente a los desafíos de nuestro tiempo».
«Esto exige una reforma de los organismos que hacen posible su funcionamiento, para que sean realmente representativos de las necesidades y de las sensibilidades de todos los pueblos, evitando mecanismos que den mayor peso a algunos, en detrimento de otros. Por consiguiente, no se trata de construir bloques de alianzas, sino de crear oportunidades para que todos puedan dialogar», desarrolló.
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